Hay un dicho que me gusta mucho porque resume todas las finanzas personales, dice “No gastes más de lo que ganas”, claro, tiene sus excepciones, por ejemplo podemos endeudarnos para adquirir una casa, pero que en general la mensualidad de las deudas más los gastos cotidianos no sean más grandes que lo que ganamos.
En la vida hay muchos gastos necesarios: un refrigerador, un buen colchón, tal vez un auto si la ciudad donde vivimos no es caminable, etc. pero también hay otros gastos que muchas veces no aportan a nuestra felicidad o calidad de vida y son simplemente un impulso, o que podríamos ahorrarlos para gastarlos en algo que sí sea necesario. Estas son algunas cosas que yo hago para evitar esos gastos innecesarios y te doy como consejos, diciendo como siempre que lo que aplica para mi podría no aplicar para todos.
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Evito traer efectivo y me ahorro un montón en comida chatarra en la calle, ese elote, las sabritas, el refresco, cada vez en más establecimientos aceptan tarjeta, pero es más difícil y da más flojera pagar con ella, además de que muchísimos, en especial en México, siguen aceptando solo efectivo, esto no solo me ahorra dinero sino me ayuda con la salud y a mantenerme en mi peso.
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Aprendí a cocinar y como en casa casi todo el tiempo, las salidas a restaurantes cuestan un montón, y muchas veces ni siquiera tomo en cuenta la propina, traslado al lugar, estacionamiento, etc. además de que muchas veces ese huevito que pido me sale más sabroso a mi 😁😎 (En serio ¿quien pide huevo con jamón en un restaurante?). Esto también contribuye a la salud y algo que me he dado cuenta es que cuando como afuera disfruto más esa hamburguesa porque tiene tiempo que no la pruebo.
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Si quiero comprar algo que no es esencial, en lugar de comprarlo en el momento espero un par de semanas, normalmente se me quita la euforia y me doy cuenta de que no lo necesitaba como pensaba.
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Trato de no compararme, si un amigo tiene un BMW no tengo por qué tenerlo también, no sé si se metió en deudas o no tiene ahorros en el banco, o simplemente sus prioridades son distintas.
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Gasto bien en las cosas que sí necesito, que ahorran tiempo, que mejoran mi calidad de vida o cosas que uso diariamente. Esto parecerá contraintuitivo, pero por ejemplo comprar un buen colchón aunque cueste más porque lo usaré mucho tiempo y mejorará mucho mi calidad de sueño.