Los que son papás entenderán lo siguiente: Desde antes de que un hijo nazca, se sienten muchos miedos.

Están los miedos más grandes: quieres que nazca saludable, que sea buena persona, que sea feliz, que tengas los recursos para darle una vida de calidad, que no le pase nada. Pero también hay miedos por uno mismo, por perder algo de libertad, por dejar a un lado proyectos, miedo al cansancio que todos te dicen, en fin, puedo nombrar muchos más.

Mi miedo más grande hablando de mí mismo era uno menos tangible (y tal vez más egoísta), desde hace unos años he venido estudiando temas como la felicidad: qué es, cómo se alcanza, cómo se mantiene, y no me refiero a la felicidad de estar en una fiesta, eso más bien es estar contento, sino a la felicidad que mezcla muchos factores como bienestar, paz mental, sensación de que las cosas van a salir bien.

Al menos una vez al mes me pregunto a mi mismo “¿Soy feliz?” y, gracias a muchos factores, la mayoría de las veces la respuesta es sí. Pero había algo que me inquietaba, mi mamá desde niño recuerdo que también me preguntaba “¿Eres feliz?” y yo le respondía “Si, ¿y tú?”, ella me miraba y decía “Si tú eres feliz yo soy feliz”.

Increíblemente esa era la fuente de mi miedo, pensaba “Bueno, pero es que si la felicidad de mi mamá depende de que yo sea feliz, entonces cuando yo tenga un hijo ¿mi felicidad va a depender de que otra persona sea feliz?”, no me gustaba la idea de que algo tan importante dependiera de alguien más, era como decir “va a llegar esta persona que no conoces y de ahora en adelante va a decidir si estás triste, feliz, enojado, etc.”, ¡terrible!.

Pero bueno, aún así me aventuré y ahora tengo un hijo de un año y ha sido el año con más aprendizaje en mi vida, he aprendido muchísimas cosas, tanto sobre bebés como sobre la vida en general y sobre la felicidad en particular, y continuando con esta puedo decir dos cosas: En primer lugar, que no podía imaginar, ni siquiera concebir, cuánto se ama y cuánta felicidad te trae un hijo.

Pero lo mejor es que, en segundo lugar, tenía razón en pensar que ahora mi felicidad depende de otra persona, en este momento si mi hijo me preguntara “papá ¿eres feliz?” yo también le respondería “Si tu eres feliz yo soy feliz”, si supiera que mi hijo no es feliz o por ejemplo cuando se enferma, por supuesto que eso también me quita felicidad, si no qué clase de padre sería.

Pero hay algo más ahí, algo muy importante que no había visto antes, y es que ahora la felicidad de mi hijo es todo lo que necesito para yo ser feliz, es lo mínimo pero también es lo máximo, si él está contento yo también lo estoy, sin importar si ese día tengo mucho trabajo, dolor de espalda, si no he alcanzado una meta, etc, si tengo eso, lo demás es un gran bono que, vaya ironía, disfruto aún más que antes.