No hay proyecto que haga sin que me pregunte constantemente cosas como “¿voy por buen camino?”, “¿para qué hago esto?”, “¿debería dejarlo?”, incluso con este blog, cada semana me lo pregunto, aunque hasta ahora no lo he dejado de hacer.
Al escribir el último artículo no fue la excepción, tal como digo en Acerca de, el blog es un ejercicio introspectivo y una forma de practicar y mejorar mi escritura, pero aún así al terminar me pregunté de nuevo “¿para qué hago esto?, requiere tiempo y no me deja dinero, podría hacer otras cosas “más productivas” con mi tiempo”.
Unos minutos después de publicar, recibí la llamada de un buen amigo con quien hacía mucho tiempo que no hablaba, me dijo que había leído el artículo y le había gustado, platicamos de distintas cosas y al final lo compartió en su página de Facebook. Me dió mucho gusto hablar con él y me quedé muy contento.
Después de la llamada me puse a pensar “pues todavía no estoy seguro para qué sigo haciendo el blog, pero si valió para que un amigo me llamara qué bueno que lo hice”.